Cambio de Régimen

«Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden» Blas de Lezo y Olavarrieta (1689-1741)

EDITORIAL «CAMINANDO POR LA VIDA» DE 12 DE SEPTIEMBRE DE 2023

El 28 de enero de 1930, el rey Alfonso XIII llama a Palacio al presidente del gobierno, Miguel Primo de Rivera, y ambos acuerdan la dimisión del segundo y en consecuencia el fin de su Dictadura. Y al amparo de la Constitución de 1876, el rey nombra al frente del gobierno al general Dámaso Berenguer.

Pero la Constitución de 1876 no se aplicaba desde el inicio de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923. Por lo tanto, no existían Cortes, que ya no se volverían a convocar en lo que quedaba de monarquía. Según los prohombres del momento se hacía imprescindible convocar cortes constituyentes para decidir el futuro y la naturaleza del régimen que había de regir en España, sin duda con la aprobación de una nueva Constitución. Máximo cuando ya había desaparecido el bipartidismo sobe el que se había asentado el Régimen de la Restauración y su caciquil turno en el gobierno. Y en vez de abordar esta necesidad, se convocan elecciones municipales, que habrán de celebrarse el 12 de abril de 1931.

Las elecciones en aquel momento eran a doble vuelta. La primera vuelta se celebró el 5 de abril, donde fueron proclamados concejales electos de aquellos municipios donde no se habían presentado candidaturas alternativas. En esta primera vuelta resultaron elegidos 14.018 concejales monárquicos y 1.832 republicanos. Entre casi diez mil ayuntamientos de España, los que pasaron a control republicano fueron exactamente dos, un pueblo de Granada y otro de Valencia.

El 12 de abril se celebraron la segunda vuelta de las elecciones en aquellas localidades donde había candidaturas diversas.

El historiador marxista Tuñón de Lara aporta unas cifras exageradas acerca del resultado de los monárquicos, que les atribuye 22.150 concejales frente a los 5.775 de los republicanos. Nadie niega la victoria monárquica, pero la realidad es que la República nunca comunicó oficialmente los resultados.

El gobierno y el propio rey interpretaron los resultados como un plebiscito y la misma noche del 12 de abril ya decidieron de forma separada el abandono. Los republicanos habían vencido en muchas capitales de provincia y en Madrid, donde el concejal socialista Saborit había hecho votar a millares de difuntos. Esquerra Republicana había triunfado en Cataluña y desahuciado del poder municipal a la Lliga

Al día siguiente de las elecciones, el día 13 de abril, tiene lugar un Consejo de Ministros, en el Palacio Real, en presencia del Rey, el recién nombrado nuevo presidente del Gobierno, Juan Bautista Aznar, se extraña según él de una España que se acuesta monárquica y se levanta republicana y el ministro Gabriel Maura manifiesta que después del resultado electoral le parece ilegítima la Monarquía en España. Romanones plantea someterse a la derrota y no defender en ningún caso el resultado electoral. El rey vacila, pero realmente ya tiene tomada la decisión.

En Madrid, desde las tres de la tarde del día 14 de abril, luce la bandera tricolor, roja, amarilla y morada en el balcón de Correos. El general San Jurjo, héroe de Africa y director general de la Guardia Civil, acude a casa de otro Maura esta vez Miguel Maura, para cuadrarse ante él y ponerse a sus órdenes como ministro de la República, contra la que luego el general se sublevaría hasta en dos ocasiones. A las nueve menos cuarto de la noche salió el rey por la puerta del Campo del Moro camino de Cartagena y del destierro, de donde volvieron a España sus restos el 18 de enero de 1980. El rey abandonó España para evitar una guerra civil y pensando que España le llamaría cuando supiera de su marcha. No ocurrió ni una cosa ni la otra.

Abrumado por la marea de la propaganda que le denigraba y le atribuía todos los males de España, cercado por el consejo abandonista de todos sus íntimos, Alfonso XIII cedió por fin a la tentación que le acechaba desde 1917.

Sin esperarlo, casi por sorpresa, y sin apenas esfuerzo, los miembros del comité revolucionario se ven convertidos, en pocas horas, en ministros del gobierno provisional de la República, al frente del cual se encontrará un católico, conservador y monárquico de toda la vida, Niceto Alcalá Zamora

La historia, ¡que gran maestra! Por eso es tan importante que no nos la falseen. Habríamos perdido una gran oportunidad de aprender y enderezar un presente que nos alcance un futuro mejor

De estos hechos históricos que acabo de relatar podemos sacar muchas enseñanzas, pero hoy te quiero destacar una que nos viene como anillo al dedo de los acontecimientos que están ocurriendo en nuestra España de hoy día.

Un régimen no puede caer si en su cumbre, incluso en pocas personas de esa cumbre, y en una raíz suficiente de su sociedad, se descarta constitutivamente el abandono. Pero ese régimen sin duda caerá si cede la moral de sus defensores, aunque parte del pueblo no les apoye o callen. Sus atacantes nunca podrán vencer. Los regímenes políticos no se derrumban ni perecen por el ataque de sus adversarios, sino por la aflicción y el alejamiento de los que deberían sostenerlo y no lo hacen.  

Deja un comentario